¿Y ahora qué hago?

¿Y ahora qué hago?

Ilustración por Alejandra Aranda

Siento que llevo más de 9 años intentando responder esta pregunta, desde que me fui de Chile, ha sido una interrogante que ha logrado herir mi corazón, y me imagino que sólo una expatriada puede comprender este sentimiento.¿Por qué una actividad o tarea nos tiene que definir como mujer?Te invito a que reflexionemos juntas, y así nos hagamos compañía en esta travesía de responder: ¿Y ahora qué hago?

Desde que me convertí en mujer expatriada nunca imaginé que una interrogante tan simple podría dejarme con noches sin dormir. Es tan natural preguntarlo, incluso cuando uno recién conoce a alguien la dinámica comienza con ¿Cuál es tu nombre? Y luego…chan, chan, la temida interpelación ¿Y qué haces? Y es que hago lo que puedo, con las oportunidades que me brinda el país en el que me toca vivir, y si tengo suerte y domino a la perfección el idioma, podría llegar a cumplir mis sueños profesionales en el extranjero. Pero claro, responder así me convierte en una persona grosera.

Pero debo reconocer que existe un gran antes y después de convertirme en madre. Antes, me tocaba muchas veces enfrentar ese momento incómodo, y me atrevería a decir que la presión es más bien social, ya que en la actualidad es inconcebible la idea de estar en casa sin hacer nada, ¿nada? Y es que me di cuenta de que muchas veces se malinterpreta que si no hay una interacción monetaria, es decir, “ganar dinero”, al final es como no “hacer nada”.

Ahora que soy madre, esa interrogante desapareció; es más, ahora que lo pienso bien tengo algunas amigas mamás que ni siquiera sé cuáles son sus hobbys y desconozco cuáles eran sus actividades antes de tener a sus hijos e hijas. Ahora más bien la presión va por el camino personal. Claro no todas las mujeres se lo cuestionan, algunas son felices con su rol de madre y eso me encanta, pero hay otras como yo, que todavía nos resuena y el ¿y ahora qué hago?

Es que esa pregunta ha dado tantas vueltas en mi cabeza que he llegado a la siguiente teoría; de que el miedo de la mujer expatriada está en que no encaja con el modelo de la mujer moderna que trabaja, y es ahí donde muchas veces se genera la crisis, porque ahora muchas de nosotras somos profesionales, y cuando nos toca salir acompañando a nuestras parejas, ese prototipo de la mujer libre no se cumple, ya que el rol cambia. Pasamos de ser la persona independiente que se desarrolla profesionalmente, a aquella que se encarga de las labores domésticas.

 Te invito a que tú y yo vayamos más allá, y que nos desprendamos de esa estructura tradicional del “deber ser”, tal vez llegó el momento de desarrollarnos de manera personal y no profesional, si logramos encajar con esto, estoy segura de que conectaremos con nuestros propósitos que nos harán por fin sentir plenas.

Con esto no quiero decir que esté mal, por el contrario, siento que las mujeres que cumplimos con esa labor llevamos una de las cargas más importantes dentro de la sociedad, sostener la familia para que todo el resto pueda funcionar. Y fui consciente de ello cuando en Alemania me tocó trabajar como babysitting; en ese momento no dominaba bien el idioma entonces no podría haber hecho otro trabajo.

Recuerdo un día haberme sentido pésimo, porque me reuní con un grupo de personas que en su mayoría eran emigrantes y todos estaban trabajando en lo suyo, en cambio yo, no. Llegué a mi casa triste, incluso lloré ¿Por qué no podía hacer otra cosa más que cambiar pañales? Después de esa crisis me di cuenta de que mi función en esa familia en la que trabajaba era fundamental, sin mi, ambos padres no podrían haber trabajado.

Y por esto es que estoy convencida de que tenemos que cambiar ese paradigma ¿por qué un trabajo nos tiene que definir como persona? ¿Acaso no es más importante hacer lo que nos hace feliz y estar en paz, por sobre aquello que no nos gusta, pero sí nos da dinero? Nunca olvidaré una frase que dijo una mujer expatriada en un encuentro online: “¿Qué es lo que hago? “Yo vivo”, y pues esa debería ser la clave, la esencia de todo, estar conectados con el presente con esta nueva realidad, y no con ese modelo que dejamos en nuestro país, ya que al emigrar cambiamos de piel, ya no somos las mismas, nos convertimos en aventureras dueñas de nuestras vidas.

Hace poco terminé de leer un libro fascinante El poder del Ahora de Eckhart Tolle, te lo recomiendo, del cual extraigo la siguiente cita: “La mayoría de las personas persiguen placeres físicos o muchas formas de gratificación psicológica porque creen que esas cosas los van a hacer felices o a liberarlos de una sensación de miedo y de carencia. Te invito a que tú y yo vayamos más allá, y que nos desprendamos de esa estructura tradicional del “deber ser”, tal vez llegó el momento de desarrollarnos de manera personal y no profesional, si logramos encajar con esto, estoy segura de que conectaremos con nuestros propósitos que nos harán por fin sentir plenas.

Tal vez me dirás: “Ale suena muy bonito, pero ¿cómo lo aterrizo a la realidad? ¿Qué hago con todo lo que siento cuando me hacen esa pregunta?” Me encantaría tener la respuesta perfecta para ayudarte en con este proceso; pero de lo único que estoy segura es que nuestro desafío va por visibilizar esta realidad sin miedo, y lo mejor de todo, es que aquí está esta comunidad online para apoyarte y contenerte cuando llegue nuevamente ese momento en el que te pregunten ¿Y tú qué haces?

alejandra aranda mujeres expatriadas

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