Ilustración por Alejandra Aranda
Uno de los desafíos que tenemos las mujeres que nos convertimos en madres en el extranjero, es cómo conectar a nuestros hijos con nuestra cultura a pesar de no vivir allí. En este artículo, te contaré cómo a través de nuestra lengua materna, hemos podido conectar a nuestro hijo (que ha nacido en Dinamarca) con el amor por nuestra cultura.
Ser madre siempre estuvo en mis planes. Me acuerdo que en mi último trabajo, hicimos una actividad sobre cuál era nuestro sueño de la vida, éramos sólo mujeres y la mayoría respondía tener una casa propia, irse a vivir al campo, etc. Yo respondí que mi mayor sueño de la vida, era convertirme en madre, siempre sentí el instinto materno muy fuerte antes de serlo.
Era la prima mayor así que prácticamente “crié” a varios de mis primos, iba a la sala del jardín infantil de mis hermanos menores, porque yo quería ser “la tía” (la parvularia). Luego ya en mi vida adulta, me convertí en Educadora de Párvulos, porque en realidad siempre he amado a los niños y la idea de la crianza.
Pero toda esta idealización de la maternidad se desarmó, porque al final, después de un año intentando ser padres en Chile; los planes tomaron otro rumbo y finalmente salió la oportunidad de ir a Dinamarca. Sin pensarlo mucho, armamos maletas y nos fuimos. Justo 2 meses después de haber llegado, yo volví a Chile porque no tenía nada que hacer en Dinamarca, era pleno invierno y sin amigos, ni papeles aún, en verdad volver a Chile por un período sonaba maravilloso, ¡cómo vacaciones!
Y fue un mes y medio después, casi cuando tenía que volver a Dinamarca, que me di cuenta de que ¡me había ido embarazada a Chile y no lo había notado! Volví con mi esposo y con ecografía en mano al bajarme del avión le di la noticia. Ni les cuento su cara de duda los primeros segundos, jajaja.
Así que una vez entrados en la idea de la ma/paternidad, nos empezamos a imaginar cómo sería criar a nuestro hijo aquí, y nos cuestionamos cómo podríamos hacerlo ya que esta idea de criar en tribu, cerca de mi familia y amigos se había esfumado, porque ahora me encontraba al otro lado del charco, sin amigos y sin redes de apoyo. Tuvimos muchas dudas: ¿cómo celebraríamos sus cumpleaños sin abuelos o familia aquí?, ¿cómo aprendería de nuestra cultura?, ¿cómo haríamos para que no fuera tan frío en sus afectos como los daneses?, ¿hablaría bien y entendería el español?
Hablamos mucho de las ideas que teníamos en torno a la crianza, y el que hablara español, por supuesto que era un must have, no había discusión, porque cuando hablara con nuestra familia por videollamada, tendría que ser capaz de comunicarse con ellos y entender. Además, era una de las pocas cosas que realmente estaba en nuestras manos.

El hecho de que nuestro hijo hable español gracias a nosotros, es algo de lo que estamos profundamente orgullosos con mi esposo y estamos convencidos, de que al enseñarle español estamos también fortaleciendo nuestra relación con él, por lo que al final creemos que enseñar nuestra lengua materna, se traduce en un acto de amor por nuestros hijos.
El desarrollo del lenguaje de mi hijo fue en español desde el principio. Al ser ambos padres chilenos, la adquisición de éste fue mucho más fácil que cuando hay dos idiomas o más en casa. Y hasta que él no estuvo verdaderamente expuesto al danés, y eso fue cerca del año y medio de vida cuando comenzó a ir un par de horas al jardín, es que comenzó poco a poco a aprenderlo.
Además, en los jardines infantiles de acá, siempre nos han motivado mucho a que el idioma materno se fortalezca y nos dijeron que era tan sólo cosa de tiempo que él hablara danés. Ahora, tiene 4 años y habla mucho danés, incluso mientras duerme, aunque a nosotros siempre nos habla español.
Algo que he visto mucho en mi historia de expatriada, es cómo otras madres y padres (especialmente las madres) se angustian porque sus hijos no hablan su lengua, ya que viven en un lugar donde la lengua prioritaria es otra. Tengo varias amigas latinas en Dinamarca, y muchas de ellas lo pasan mal porque sus hijos no les responden en español y prefieren siempre el danés.
Si ése es tu caso, te invito a no desanimarte, y a pesar de no ser especialista en este tema, puedo decirte por experiencia, que he visto cómo con motivación eso puede cambiar. Muchas veces, ser la lengua minoritaria en casa (quizá estás casada y vives en el país de tu pareja, tienen hijos, los cuales hablan el idioma de tu pareja), no necesariamente sentencia que tu hijo no vaya a hablar bien tu lengua, ya que también tengo muchas amigas con hijos que hablan perfectamente dos o tres idiomas.
El hecho de que nuestro hijo hable español gracias a nosotros, es algo de lo que estamos profundamente orgullosos con mi esposo y estamos convencidos, de que al enseñarle español estamos también fortaleciendo nuestra relación con él, por lo que al final creemos que enseñar nuestra lengua materna, se traduce en un acto de amor por nuestros hijos.
Darles herramientas para que puedan comunicarse de mejor manera con nosotros, sin duda que será algo que nos ayudará en los años que vienen. Y tú, ¿qué experiencia has tenido con respecto a la enseñanza de tu lengua materna?, ¿ha sido fácil, o un desafío total que tus hijos hablen tu idioma? ¿qué consejo compartirías con otras madres? ¡Te leemos!
