Duelo Gestacional en el extranjero

Duelo Gestacional en el extranjero

Ilustración por Alejandra Aranda Castro.

En la vida de las mujeres expatriadas se cruzan un sinfín de vivencias, incluso algunas que jamás imaginaríamos vivir. Nos duelen, nos marcan y también nos hacen crecer hasta convertirnos en personas increíblemente poderosas. 

Hay una experiencia que estoy segura de que muchas hemos atravesado, pero que lamentablemente poco hemos hablado, la pérdida de un bebé en gestación.

Tengo la fortuna de ser madre de un niño de 4 años, que desde su nacimiento hasta el día de hoy no ha dejado de enseñarme cosas. Siempre escuché esa frase que dice “los hijos y las hijas eligen a sus padres y madres”, y pues hoy confirmo que así es, ya que mi experiencia de crianza me ha marcado hasta tal punto de descubrir mis miedos para entenderlos y avanzar.

Pero también hay hijos o hijas que nunca llegaron a este mundo, se fueron antes de haber podido conocer sus caras, pero que sin duda alguna dejaron en nosotras una gran enseñanza. En febrero del 2019 perdí a mi segunda hija, la quiero recordar así porque dentro de mí estaba la esperanza de que fuera mi Elisa; así cumpliría con mi deseo de tener ambos hijos con nombres de iniciales con E.

Recuerdo que ese día llegué tranquila a la consulta, jamás se me había pasado por la cabeza la idea o el miedo de perder un bebé en gestación. Mi primer embarazo fue tan espectacular, que siento que a veces me faltó mucha empatía cuando escuchaba a otras mujeres contar sus historias de pérdidas gestacionales.

Pero mi momento había llegado, y me enfrentaba a uno de los miedos que marcarían una etapa en mi vida. “No hay latidos del corazón”, nos dijo el doctor. Yo pensé que no le había entendido bien, mi inglés no es bueno, y quise pensar que era una mala jugada del idioma. Fue la cara de mi marido la que me confirmó la noticia. Mi mente se llenó de dudas. ¿Por qué no hay latidos? ¿Qué hice mal? ¿Tal vez hice mucha fuerza? ¿Me cuidé poco?

“Esto es normal, a veces sucede”. Esa fue la respuesta del doctor que me llevó nuevamente a mi presente lleno de incertidumbres. Salimos de la consulta sin hablar, simplemente borrados. “¿Qué hacemos?” me preguntó mi marido, y de la nada le respondí que debíamos ir a otro doctor para tener segundas referencias. Fuimos, y nos confirmaron lo que ya sabíamos pero que no queríamos aceptar. 

Estábamos solos en Jakarta – Indonesia, destino que se caracteriza por no tener seguridad en la calidad médica, debíamos resolver si ahí finalizaríamos el proceso de pérdida gestacional o lo haríamos en Alemania. Decidimos quedarnos en Indonesia para llevar a cabo la despedida, cerrar la etapa y con ello dejar ir un montón de ilusiones. Días después se presentaron las contracciones, el proceso había llegado sin horarios y sin avisar.

“Quiero contar mi historia para visibilizar y eliminar el tabú al hablar de las pérdidas perinatales. Con mi experiencia conocí a mujeres que también tuvieron una pérdida, pero que no lo hablan por pena y vergüenza. Aunque nos cueste aceptarlo, la muerte es parte de la vida, cada una lleva sus propios procesos, pero la invitación es hablar sobre este tema, ya que será la única forma de crear empatía con el duelo gestacional”.

Que paradójica es la vida, porque ahí me encontraba en el baño tratando de poner en práctica lo que había aprendido en mi primer embarazo para gestionar los dolores de las contracciones, pero que finalmente nunca tuve la oportunidad de practicar porque tuve una cesárea. Yo estaba en el baño intentando dar lo mejor de mi, mientras mi esposo se encontraba con mi hijo terminando la rutina de ir a la cama.

En ese minuto desee estar en mi país, junto a mi madre o mis amigas más cercanas para que me contuvieran y me abrazaran, pero habían kilómetros de distancia que no lo hacían posible. Estaba sola. No entiendo esa estúpida idea de no contar que estás embarazada los primeros meses por el temor a perderlo ¿acaso ese bebé que estuvo en el vientre por algunas semanas no tiene derecho a ser recordado? 

Ahora creo que es primordial contarlo a quienes tienes cerca, sobre todo nosotras que estamos lejos de nuestros seres queridos. No podemos vivir una experiencia como ésta solas, en el anonimato, porque simplemente no es sano ¿Cómo te enfrentas después a tus amigas o conocidos que viven en ese lugar al que decidiste emigrar? ¿Cómo las miras? ¿Cómo respondes cuando te preguntan si quieres tener otro hijo o hija?

Mi hija Elisa estuvo sólo 9 semanas en mi vientre, fue tan poco pero tan grande la enseñanza que me dejó, que hoy puedo darle las gracias por haber llegado a mi vida, porque sé que nunca se irá de mi lado. Me mostró el miedo, pero no ese oscuro y lleno de temor, sino aquel movilizador que te lleva hacer lo imposible por evitar una tragedia, ese miedo que te invita a explorar y entender el para qué vives lo que vives, ese miedo que en lo profundo sólo hay amor.

Quiero contar mi historia porque mi intención es visibilizar y eliminar el tabú al hablar de las pérdidas perinatales. Con mi experiencia conocí a muchas mujeres, entre ellas cercanas, que también tuvieron una pérdida, pero que no lo hablan por pena o vergüenza. Aunque nos cueste aceptarlo, la muerte es parte de la vida, cada una lleva sus propios procesos, pero la invitación es hablar sobre este tema, ya que será la única forma de crear empatía con el duelo gestacional”.

alejandra aranda mujeres expatriadas

2 Comentarios. Dejar nuevo

  • Que lindo Ale …muchas hemos pasado por esa experiencia solo que no se habla mucho

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    • Hola Alejandra, muchas gracias por tu mensaje! Así es, como la misma Ale nos comenta su intención al escribir sobre este tema es visibilizarlo y eliminar el tabú para así poder crear mayor empatía. Te envíamos un abrazo muy fuerte y muchas gracias por seguirnos.

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