Cuando llegué a Francia, hace ya 7 años, luego de haber tomado la decisión de dejar casi toda mi vida en Chile como por ejemplo mi carrera, el trabajo, la familia y los amigos. Después de toda esa hazaña, nunca pensé que el hecho de reconstruir mi carrera por este lado del charco sería tan difícil.
¿Fue una hazaña o más bien un martirio? No lo sé aún, quizás ambas, pero si tuviera que resumir en dos palabras todo el camino que tuve que emprender para reactivar mi vida profesional en Francia, sería quizás una “hazaña impredecible”.
Desde que puse un pie en la tierra de los quesos y vinos, sentí que la vida me trajo aquí para comprender la palabra “Frustración”, pero con F mayúscula. Entre medio me convertí en mamá; aprendí una nueva lengua; nos compramos una casa; también nos cambiamos de casa 4 veces; estudié un máster que terminó en fracaso; luego estudié marketing digital; hice muy buenos amigos y amigas; me encantó la vida que construimos por aquí, pero mi vida profesional estaba estancada.
No había caso, no encontraba mi camino, no me llamaban para pasar las entrevistas en los puestos que me interesaban. Me frustré mucho, empecé a dudar de mis capacidades. Mi acento latino al hablar francés me bloqueaba mentalmente, no me sentía bien, dudé de poder lograrlo algún día. Sinceramente yo creo que desarrollé une pequeña depresión porque realmente no entendía qué era lo que me bloqueaba.
Al mismo tiempo intentaba ser profesora de español, me formé como tal pero no logré pasar un concurso nacional que piden aquí en Francia. Intenté pasar el examen tres años seguidos, pero mi nivel de francés no era lo suficientemente bueno, un poco ridículo porque el objetivo era enseñar en español. Una cosa más sin mucha lógica de la idiosincrasia francesa. “Bon, tant pis”, como dicen aquí, que sería como: “bueno, no me importa”
Luego de sobrellevar el fracaso de mi paso por el master, seguí enviando curriculums, al mismo tiempo que me lancé como independiente para vender seguros aquí en Francia. Un trabajo que me sirvió como experiencia, pero que no me daba la estabilidad financiera que yo estaba buscando. Hay que precisar que estoy hablando de mi realidad en el sexto año ya instalada en este país, por lo que el camino fue demaaasido laaargo. ¡Hasta que un día, finalmente que di en el clavo!
Finalmente, tras 7 años logré mi tan anhelado contrato. Y como no podía ser de otra forma, adivinen en qué estoy trabajando ahora, o sea más bien la pregunta sería en qué rubro… ¿les doy una pista? Sería algo así como Ley de Murphy de los trabajos, porque lo que más frenaba era el idioma y mi acento latino; y finalmente me di cuenta de que era una barrera personal que estaba en mi cabeza, porque ahora tengo el honor de trabajar como consejera de clientes por teléfono.
Soy la encargada de dar indicaciones de trayectos a cientos de franceses que nos llaman todos los días. ¿Curioso no? Es realmente increíble cómo nuestras inseguridades pueden jugarnos en contra. Yo aún no me lo creo cuando pienso lo que hago todos los días. Interesante historia, o por lo menos una muy muy particular historia. Un abrazo a todas mis mujeres expatriadas. Y no se rindan nunca, nuestros bloqueos casi siempre vienen de nuestros pensamientos.